viernes, marzo 24, 2017

Factores y Tendencias en el Mercado Energetico


Juan Luis Martínez Bilbao

Marzo 2017


En los últimos 20 años se han venido registrando importantes cambios en el mercado energético, que en su conjunto han afectado a todas las fuentes de energía. El petróleo ha sido por varias décadas la primera fuente de energía primaria en el mundo; hasta la década de 1960 - 1970 la demanda global de energía se abastecía en casi un 50% a partir del petróleo. A pesar de haber mantenido su crecimiento en cuanto a volumen, la aceleración de la demanda energética, aunada a factores de carácter económico, estratégico y tecnológico, ha hecho que su participación haya ido disminuyendo en favor de otras fuentes de energía como las renovables y el gas natural.

A pesar de estos cambios, el petróleo aun predomina, a nivel mundial, como fuente primaria de energía; desde 2003 hasta 2016 la producción ha pasado de 78 a 97 millones de barriles diarios. Sin embargo, es necesario indicar que dentro del contexto petrolero, también se han registrado cambios significativos. Siendo el principal de ellos el impactante desarrollo de la explotación mediante tecnología de “fracturamiento” o fracking, necesaria para extraer petróleo y gas natural de formaciones rocosas a base de lutitas o esquisto (shale oil y shale gas), y que no fue hasta hace unos 10 años que ha podido ser aplicada con excelentes resultados comerciales, especialmente en Estados Unidos. Por otra parte, existen importantes reservas de petróleo y gas de lutitas, y se han descubierto nuevos yacimientos de gas y petróleo convencional en varias regiones, lo cual confirma que el predominio de los países tradicionalmente productores de petróleo, como los integrantes de la OPEP, así como Rusia, Méjico, Canadá, etc. enfrentan una fuerte competencia como exportadores de crudo.

Estos cambios en el negocio petrolero se unen ahora a un conjunto de tendencias que se pueden agrupar en dos grandes bloques. El primero viene dado por la creciente preocupación y la demostración de los efectos de la emisión de gases de efecto invernadero, a los que se atribuye un importante peso sobre el calentamiento global. Este factor está generando mundialmente una serie de compromisos, que aun cuando en el corto plazo puedan encontrar escollos de carácter político, como los pronunciamientos del actual gobierno de Estados Unidos, cada vez gana más adeptos en pro de la reducción de las emisiones del uso de combustibles fósiles, estimándose que a mediano plazo dichos compromisos generen fuertes estímulos al desarrollo y uso de fuentes energéticas alternativas, así como al desplazamiento en primer término del carbón para generación eléctrica, y paulatinamente una reducción más acelerada de la participación del petróleo en la matriz energética global. El segundo factor, cuyo peso es igualmente significativo, es el factor político – estratégico que denominamos “seguridad energética”. Este factor es de extrema importancia para todos los países desarrollados y para otros países superpoblados y con elevadas tasas de crecimiento económico como China e India, que buscan una menor dependencia del uso de petróleo importado y tienen como objetivo asegurar el abastecimiento energético interno necesario para su crecimiento y manejo de contingencias.

Las proyecciones de varias entidades especializadas indican el aumento progresivo de la eficiencia, tanto en la generación como en el uso de la energía, así como el desplazamiento paulatino del carbón y del petróleo en la matriz energética global. Por otra parte, la nueva estructura en la oferta de petróleo hace prever que a nivel de precios, excepto por razones puntuales o coyunturales, no se registrarán cambios significativos en el mediano plazo, y la competencia por conservar mercados va a predominar sobre los controles de precios que tradicionalmente se llevaban a cabo mediante acuerdos entre productores para restringir los niveles de oferta.
En este contexto tenemos a Venezuela, ahora en precarias condiciones económicas y con una industria petrolera muy afectada por el deterioro de sus operaciones, su infraestructura y sus mercados.

Venezuela enfrenta un conjunto de retos que en el corto plazo exigen una recuperación acelerada de las operaciones de su industria petrolera, así como instrumentar cambios profundos en su marco jurídico y fiscal que le permitan en el mediano plazo, no solo levantar su producción y rescatar mercados, sino además lograr diversificar su economía para hacer sostenible el crecimiento y el bienestar a largo plazo. Tal como lo plantea el Ing. Nelson Hernández: “"...lo que sí es cierto es que el petróleo no va a ser nunca más la base solida para un desarrollo prolongado de Venezuela; hay que buscar otras opciones, otras alternativas de generar riqueza, pero generar riqueza desde el punto de vista del trabajo, no desde el punto de vista del rentismo..."



jueves, febrero 16, 2017

El Mundo Al 2030

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FRACKING



Fracking




Para enfrentar la caída del petróleo los países de la OPEP aplicaron a partir de 1982 recortes de su producción de petróleo. El objetivo era que al reducir la oferta los precios subieran.
Aquella medida, que ha debido ser excepcional, se transformó en una práctica usual de la organización.
No previó la OPEP que mientras más alto fuese el precio del petróleo y más inseguro su suministro, los países desarrollados buscarían alternativas. Tales alternativas tomaron tres vías complementarias: 1) Ahorro energético (todos los equipos y automóviles consumen hoy menos). 2) Agentes energéticos alternos (energía eólica, solar, autos eléctricos, etc.). 3) Nuevas tecnologías para producir hidrocarburos fuera de la OPEP.
En esta ocasión nos referiremos a esa tercera vía.
En Estados Unidos se ha desarrollado una tecnología conocida como “fracking” que permite extraer hidrocarburos, antes inaccesibles, de un tipo de rocas denominadas “lutitas petrolíferas” (Shale oil). Se trata de petróleo y gas atrapados en los poros y las capas de esas rocas y que no pueden extraerse por vías convencionales.
Consiste el “fracking” en provocar la fractura de las “lutitas petrolíferas” en el subsuelo, vía una fuerte presión hidráulica, inyectando en el yacimiento agua, arena y algunas substancias químicas. Al fracturarse, liberan grandes cantidades de hidrocarburos.
Las reservas de este tipo de hidrocarburos son tan abundantes en todo el mundo que han conducido a un cambio estructural en los mercados petroleros donde ha desaparecido el temor a la escasez que prevalecía.
Estados Unidos tiene las mayores reservas. También existen en Argentina, en toda Europa y en China. En Israel encontraron un yacimiento gigante de gas de lutitas (Shale gas) al cual han dado el nombre de Leviatán.
Debido al “fracking” la producción petrolera de Estados Unidos aumentó vertiginosamente –a razón de 1 millón de b/d por año– con lo cual ese país alcanzó una producción del orden de 8,98 millones de b/d y se transformó en el segundo mayor productor después de Arabia Saudita. Tal situación, sumada a una economía mundial débil, condujo a la aparición de excedentes de oferta petrolera y, por tanto, a una caída de los precios del petróleo.
La caída de los precios desestimuló temporalmente las inversiones en “fracking”. Pero recientemente la OPEP y algunos productores no OPEP, convinieron en resucitar la política de recortes petroleros para propiciar un aumento de sus precios. En conjunto convinieron en recortar en 1,8 millones de barriles diarios la producción.
Los precios reaccionaron, pero no al nivel que algunos esperaban. Específicamente la cesta venezolana, que el gobierno pregonaba sobrepasaría los 70 dólares, apenas ha superado los 45.
El mayor beneficiado parece ser Estados Unidos. Las inversiones en Shale oil que se habían estancado están reaccionando con vigor y el número de taladros destinados a esta actividad ha aumentando rápidamente, esperándose que la producción de Estados Unidos se eleve hasta 9,6 millones, su mayor nivel desde 1970. De hecho, uno de los mayores obstáculos en el desarrollo de “fracking” (aparte del impacto ambiental) eran sus mayores costos; sin embargo la curva de aprendizaje de esta tecnología ha conducido a un fuerte descenso en el costo por barril y también a reducir el daño ambiental.
Entre 2013 y 2016 el costo en boca de pozo en los mayores yacimientos de Shale oil en Estados Unidos cayó vertiginosamente. Veamos lo ocurrido en esas cuencas: en Eagle Ford (Texas), Bakken (Dakota del Norte), Niobrara (Colorado y Wyoming), Permian Delawere (Texas) y Permian Midland (Texas) el costo se ha venido reduciendo desde un máximo cercano a los 100 dólares por barril en 2013 hasta un promedio que oscila hoy alrededor de los 35 dólares. Si esta tendencia se mantiene, pronto veremos costos del orden de los 25 dólares por barril.
Más aún, recientemente el US Geological Service (USGS) anunció el descubrimiento del mayor yacimiento de petróleo de lutitas en Estados Unidos –el Midland Wolfcamp en Texas– cuyas reservas se calculan en unos 20.000 millones de barriles de petróleo y 16 billones de pies cúbicos de gas natural.
A lo anterior hay que agregar las medidas que viene anunciando el nuevo presidente de Estados Unidos –Donald Trump– en el sentido de promover la autosuficiencia energética mediante estímulos fiscales al “fracking”, además de la construcción del oleoducto Keystone que llevaría unos 800.000 b/d de crudo desde Canadá hasta el golfo de México.
¿Y Venezuela?
Mientras lo anterior ocurre en Estados Unidos, en Venezuela el costo de producción por barril se ha incrementado considerablemente. Aunque la falta de transparencia no permite disponer de cifras oficiales, algunos especialistas calculan que el costo de producción puede oscilar alrededor de los 18 dólares por barril, siendo más económico el petróleo convencional y más costoso el de la faja.
Venezuela debería estar preparándose para enfrentar el reto que le plantea el “fracking”. Pero ¿qué está haciendo al respecto nuestro gobierno? La respuesta es desalentadora. Sumido en un dogmatismo apabullante, el régimen continúa con su palabrería hueca evidenciando su incapacidad para manejar la situación.
Si los temas que ocupan la cabeza de los burócratas de Pdvsa tienen que ver con el “equilibrio del Universo”, “la paz planetaria” y “la creación de un mundo multicéntrico y pluripolar”, no me extraña que no tengan tiempo para ocuparse de cosas tan banales como el mantenimiento de nuestras refinerías y oleoductos y la progresiva destrucción de Pdvsa y Citgo.
Veamos algunos de los grandilocuentes lineamientos estratégicos trazados por la Asamblea de Pdvsa para enfrentar nuestro futuro petrolero:
“Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo” (pág. 292).
“Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la gran potencia naciente de América Latina y el Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en nuestra América” (pág. 294).
“Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la paz planetaria” (pág. 299).
El documento entero es un entramado de monsergas dogmáticas que muy poco tiene que ver con los lineamientos estratégicos que deberían servir  para enfrentar el reto concreto de los dramáticos cambios que se están presentando en los mercados petroleros.

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