martes, junio 19, 2018

¿Fin del petróleo…. fin del rentismo?

Por: José Ignacio Moreno León.- 
Por cierto en la campaña electoral que se adelanta en el país azteca para la elección del próximo presidente el 1 de julio, el recurrente candidato del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, haciendo gala de su credo populista y estatista y de su corta visión de futuro que ignora los profundos cambios que se están produciendo en el entorno energético global, mantiene como una de sus demagógicas propuestas de gobierno el de construcción de 5 nuevas refinerías petroleras en ese país, desconociendo las tendencias del mercado de los hidrocarburos que, para cuando esos hipotéticos proyectos pudieran entran en operación, en 15 a 20 años ya el petrolero estaría siendo notablemente sustituido por otras fuentes de energía; tal y como lo señalan los pronósticos de los principales centros e instituciones especializadas en este campo, y frente a los cuales países como Arabia Saudita, el principal productor de hidrocarburos de la Opep, ya están respondiendo con visión futurista. En efecto, en marcado contraste con el miopismo del líder de Morena, el gobierno saudí adelanta ambiciosos proyectos de energías renovables, tales como el desarrollo de energía eléctrica mediante centrales nucleares y de 30 proyectos solares y eólicos en los próximos 10 años, como parte de un programa energético que supone la inversión de 50 mil millones de dólares para la generación de energías limpias en base a fuentes renovables y reducir sustancialmente su consumo de petróleo.
Instituciones como la Opep, la Agencia Internacional de Energía, Exon Móvil, Brithis Petroleum, Shell, la International Atomic Energy Agency (Iaea), la Agencia para la Energía Nuclear (AEN), entre otras, han desarrollado una visión integral de la tendencias energéticas, con proyecciones para las próximas 3 y 4 décadas, y todos coinciden en que las energías limpias y renovables tendrán una participación fundamental en la matriz energética. Así para 2050 se estima que la energía solar será la de mayor consumo a nivel mundial, por ser el recurso energético más abundante del planeta y una fuente energética limpia y por tanto con mayor poder para disminuir las emisiones de CO2 a la atmosfera y satisfacer el compromiso internacional de mantener el incremento del calentamiento global por debajo de 2 °C. Los pronósticos igualmente indican la tendencia hacia maximizar la electrificación del planeta, considerando que el mayor uso de las fuentes energéticas primarias es en la producción de electricidad. Se pronostica igualmente para los próximos 5 años una rebaja sustancial de los precios de los vehículos eléctricos que ya se están ofreciendo en el mercado, hasta igualar los precios de los vehículos a gasolina, para ese entonces se estima que ya entraran en uso los vehículos autónomos. Igualmente la tendencia mundial apunta a la incorporación de taxis y buses eléctricos para el transporte público y ya China está iniciando un programa para incorporar para 2021 una flota de 75000 taxis eléctricos, seguido por lndia que proyecta vender solo carros eléctricos para 2030.Es obvio que estos radicales cambios que se impulsan en la matriz energética global apuntan a una contracción sustancial en la demanda petrolera, con la tendencia de que esta caerá, de manera constante en los próximos 10 a 15 años, por lo que el G7 – grupo de los países de mayor poder económico- estima el fin de la era petrolera para el 2100.
Los cambios a corto plazo señalados y los que se pronostican para el mediano y largo plazo esbozan un oscuro panorama para un país petrolero como Venezuela, con las mayores reservas mundiales de hidrocarburos -especialmente pesados y extra pesados-, y que debe enfrentar, sin dilaciones, el reto de deslastrarse del rentismo petrolero y emprender el gran esfuerzo de diversificar su economía, liberada del paternalismo estatal y de las perversidades populistas, impulsando la cultura del emprendimiento, la eficiencia productiva y los valores de la ciudadanía, la solidaridad y la cohesión social.
Son transformaciones trascendentales que exigen de un liderazgo que no proyecte el futuro con criterios del presente y mucho menos con referencias fracasadas del pasado, típicas de caudillos populistas que, como señala Vargas Llosa “…no vacilan en sacrificar el futuro de una sociedad por un presente efímero.”. Se requiere entonces de genuinos líderes que actúen con pleno entendimiento de la dinámica de cambios, impuesta por las nuevas realidades globales.

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